Hemos
llegado al final de esta serie de capítulos de la “Gran Chapuza arenera” de
este conjunto urbanístico ejecutado con dineros de TODOS, pero en cambio, con
beneficios dispares para los mismos.
Decidimos
trocear cada una de ellas, debido principalmente a su importancia, queriendo
dar el significado verdadero e individual de todas ellas.
Como se
puede observar en la foto que adjuntamos, su composición, por supuesto, es de
este “hormigón municipal” tristemente
famoso por estos lares. También, están rematados con unas barras de aluminio
largas para servir de tutores para las plantas “presuntamente” enredaderas de
estos grandes tiestos.
Esto último,
lo decimos porque después de todos estos años, no han conseguido su finalidad
principal. Su pobreza trepadora, elección de la planta, así como su nula
frondosidad, otorgan un resultado contrario al que se pretendía. Además de la
visión dura “pedrusquera” del color original “cementero”, sin que a nadie se le
ocurriera pintarlos de tonalidades o
dibujos acordes, pongamos como ejemplo, los matices otoñales e invernales para los actuales tiempos,
primaverales y veraniegos para las posteriores estaciones con tonos más frescos, precisamente para quitarles
esa cualidad.
Ahí tenemos
el ejemplo de los contenedores de reciclaje de botellas, una buena iniciativa y
que debiera aplicarse de igual manera con la rudeza de las macetas en cuestión.
De este modo, dar una pequeña oportunidad a los jovenes artistas de la zona.
Una vez
descrito semejantes “esperpentos”, según nuestro gusto personal, por supuesto.
Aunque como ya hemos dicho anteriormente en otras entradas, nosotros convivimos
con los vecinos de alrededor y mantenemos que ese CALIFICATIVO ESTÉTICO, es
válido para todo el conjunto, valorado
por una mayoría de la población habitante del entorno.
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